Unidad indestructible by M. L. Estefanía

Unidad indestructible by M. L. Estefanía

autor:M. L. Estefanía [Estefanía, M. L.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Aventuras
editor: ePubLibre
publicado: 1968-10-15T00:00:00+00:00


CAPÍTULO VII

Pat Rebel, propietario del saloon montado bajo la gran carpa circense, y en medio del enorme campamento de trabajadores del ferrocarril, al reconocer a Murphy Mollison, se levantó de la mesa en la cual charlaba animadamente con unos amigos y se encaminó, sonriendo con amplitud, al encuentro del recién llegado.

—¡Hola, Pat! —saludó Murphy, tendiendo su mano al amigo—. ¿Qué tal siguen las cosas?

—Me alegra verte, Murphy —replicó Pat estrechando la mano que se le tendía—. ¡Llegas en un momento muy oportuno!

—¿Sucede algo? —preguntó Murphy.

—Morgan se encargará de informarte, no tardará mucho en llegar. Parece ser que un grupo de propietarios de terrenos, dirigidos por un tal Kester Curtis, en Rawlins, se niegan a desalojar sus propiedades.

—Me sorprende, Pat… —declaró Murphy—. Morgan es un hombre que conoce su trabajo. No comprendo que lo haya permitido.

—Esos rancheros tienen un pequeño ejército de cowboys. Quieren que se les dé una indemnización cinco veces superior a la ofrecida por Morgan. De lo contrario, aseguran que no permitirán el trazado del ferrocarril por sus tierras.

—Hablaremos de eso con más calma… —replicó Murphy—. Confieso que es una noticia que no esperaba recibir. ¡Morgan se debe estar haciendo viejo!

—Hay otra cosa que, en realidad, es la que más me preocupa.

—¿Qué es ello? —inquirió Murphy.

Un grupo de amigos y trabajadores se aproximaron a Murphy para saludarle.

Cuando estos se separaron, dijo Pat:

—¿Recuerdas a Greystone?

—¿El ayudante de uno de los ingenieros?

—Sí.

—¿Qué sucede con él?

—Me he enterado que trata de convencer al ingeniero jefe de las obras para que cierre este local. Asegura que es aquí donde se planean los sabotajes… Y desde hace una temporada soy vigilado por hombres de confianza de Greystone, día y noche.

—Mis muchachos se encargarán de solucionar ese asunto —dijo Murphy—. No debes preocuparte.

En esos momentos, Pat se fijó en quienes acompañaban a Murphy, diciendo sorprendido:

—¿Cómo no te acompañan Kingman y los otros?

—Se indigestaron con plomo en Cheyenne —respondió sonriendo Murphy.

—No querrás decir que han muerto ¿verdad? —dijo, sorprendidísimo, Pat.

—Eso es, efectivamente, lo que te he dado a entender. ¡Los siete murieron a manos de un solo hombre!

—¡No puedo creerlo! —bramó Pat.

—Lo mismo me sucedió a mí, pero te aseguro que han sido enterrados.

—¿Fue en lucha noble?

—Sí, lo fue. Los primeros que cayeron, fueron Kingman, Spike y Hesketh; Reinach y los otros tres, al día siguiente.

—Me cuesta creerlo… —confesó Pat—. ¡Creí que no habría nadie capaz de aventajar en igualdad de condiciones a Kingman!

—Resultó ser de plomo comparado con su matador.

Creo que nos tenía a todos engañados… ¡No debía ser tan rápido como creíamos!

—¿Conozco a quien mató a los muchachos?

—No. Es un sudista. Amigo del viejo rebelde.

Pat miró con detenimiento a Rock, diciendo:

—¿No nos conocemos nosotros?

Rock contempló a Pat unos segundos y con enorme serenidad respondió, sonriendo:

—Creo que es la primera vez que nos vemos…

—¡Pues juraría que tu rostro me es familiar!

—Es posible que me parezca a alguien conocido.

—Puede ser…

La conversación se hizo general.

Morgan, un hombre de una gran corpulencia y de unos cuarenta años, se presentó en el local saludando con muestras de enorme alegría a Murphy.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.